domingo, 30 de octubre de 2011

El 20

El otro día que regresábamos de cenar en el centro e íbamos en mi coche, y yo le acariciaba la pierna y nos agarrábamos de las manos me empezó a caer el veinte. Es verdad que no comenzamos intercambiando información básica de edad, ocupación, estudios, y demás cosas que de pronto hacen que las primeras citas se parezcan más a una entrevista de trabajo que a otra cosa. Pero a la vez sí convivimos, platicamos de cosas pequeñas pero que a la vez nos acercan y muestran nuestras personalidades. En la cena él ya tocó temas personales como unas vacaciones que tomó en familia, la comida que le gusta, sus hermanos, que me van dando indicios de su manera de ser. Yo a la vez platico con él, e igualmente aunque superficialmente toco temas de los que comúnmente no hablo con mis amigos, pasando el rato, con todo lo mucho y poco que tiene eso. 

Además, vamos, no tengo quince años! debo darme más crédito, a estas alturas sé distinguir una relación puramente sexual de una que no lo es, como esta. He tenido múltiples amigos sexuales y nunca he tenido problema en distinguir la diferencia, por qué esta vez que siento que hay algo más -de ambas partes- debería estar equivocado? 

Vaya que si me gusta comerme el coco, mejor me busco algo que hacer. 

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