martes, 21 de septiembre de 2010

No debería

No debería hacerme sentir bien... pero lo hace. 

El otro día fui al antro más mamón de mi pueblo, al entrada estaba llena de gente. Las tres chicas con las que iba y yo nos apanicamos unos segundos mientras llegabamos hasta la cadena. El wey de seguridad nos llamó a penas llegamos y la bola de gente embarrada entre nosotros y la cadena se tuvo que hacer a un lado para que pasáramos. 

No debería, pero sentir las malas vibras de la gente mientras pasábamos, barriendo nuestro aspecto y vestimentas más bien x y tratándo de comprender por qué ellos, con sus  mejores garras no entraban, me hizo sentir muy bien. La voz de una que otra vieja molesta y la cara de orgullo de machito de los weyes  jajaja  poca madre. Racionalmente entiendo por qué está mal que mi autoestima crezca por tan estúpido suceso, pero pasa y más porque yo sé que a esa es a la gente a la que le importan esas tonterías. 

Yo ya no voy a antros mamones, eso lo hacía cuando tenía 20 años e iba a la universidad. Lo que pasa es que vino una de mis más a locas amistades, fósil de la escena social posh de mi pueblo y por supuesto que elegió el antro más in del momento pa de peda y ligue. Como buenos veteranos conocemos al dueño y algún staff del antro desde hace años, el wey se pone en un blacón arriba de la entrada del lugar y le avisa a los guardias quién entra sin pedos... esa fue la magica, nada más nada menos.  



Y ya adentro la atmósfera típica de todos esos lugares, música buena, regular y muy mala, luces, pantallas gigantes, muebles piñatas, gente poser que después empeda cañón. El servicio mágico es lo único que sí extraño, eso de tener que andar persiguiendo a un mesero o prepararse uno su bebida es medio indigente. Aunque creo que por eso mi amiga y yo luego nos apendejamos tanto que no podemos ni servirnos hielos solos jajaja.

Y sí, ya estoy de regreso en México del bicentenario.  

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